Centro Educativo Internacional Henry George
Managua, Nicaragua --- ceihgceihg.org


Resumen condensado del LIBRO PROGRESO Y MISERIA de HENRY GEORGE, CUARTA EDICIÓN ABREVIADA, usada en el curso "COMPRENDER LA ECONOMÍA."


 

Introducción y Libro I - Salario y Capital
Libro II - Población y Subsistencia
Libro III - Las Leyes de la Distribución
Libro IV - Efecto del Progreso Material sobre la Distribución de la Riqueza
Libro V - El Problema Resuelto

Introducción & Libro I - Salario y Capital
Capítulo 1: Por qué las Teorías Tradicionales del Salario Son Incorrectas
Capítulo 2: Definición de los Términos
Capítulo 3: El Salario No Adelantado del Capital, Sino Producido por el Trabajo
Capítulo 4: Los Trabajadores No Son Mantenidos por El Capital
Capítulo 5: Las Verdaderas Funciones del Capital

Libro VI - El Remedio
Libro VII - La Justicia del Remedio
Libro VIII - La Aplicación del Remedio
Libro IX - Los Efectos del Remedio
Libro X - La Ley del Progreso Humano


Introducción: El Problema de la Pobreza En Medio del Progreso

  1. Hay un problema que nos ha traído a este curso: el malestar socio-económico que nos acosa a todos en varias formas directas e indirectas. ¿Qué es la causa de este problema? ¿Existe una solución factible? ¿Cómo podemos aplicarla en Nicaragua y el resto del mundo?

  2. Primero vemos que la expectativa natural del progreso es que el avance económico es para toda la comunidad en conjunto.

  3. Pero luego, estudiando los hechos, vemos que la realidad es lo contrario, que mayor progreso siempre trae consigo un desigual beneficio para la minoría y un mayor nivel de pobreza para la mayoría de la comunidad. Esto es "el Gran Enigma del progreso".

  4. Gracias a la economía política científica que claramente defina sus premisas (el hombre siempre procura satisfacer sus deseos con el mínimo esfuerzo) y que razona lógicamente, basándose en deducciones derivadas de teorías comprobadas y en conclusiones inducidas de hechos reconocidos, podemos averiguar y determinar la verdadera causa de este gran enigma.
    Argumento completo del libro P&M y el Curso CE

 

En los últimos dos siglos, la humanidad ha experimentado un enorme aumento en su capacidad de producir la riqueza. Antes, era natural esperar que este avance eliminaría la pobreza. Nuestros antepasados hubieran imaginado como los nuevos avances iban a elevar al más pobre por encima de la posibilidad de la escasez, creando un ambiente de abundancia y moralidad, libre del vicio, del crimen y de la ignorancia y la brutalidad que resultan de la miseria forzada. Estos ensueños, nacidos con los progresos de los últimos dos siglos, han cambiado radicalmente las corrientes del pensamiento, reformando y reemplazando las creencias de tiempos anteriores. Y aunque los sucesivos descubrimientos e inventos no han traído la abundancia a los pobres, han habido tantas causas a las cuales hemos podido atribuir estos fracasos que no hemos confiado menos en la esperanza de que el progreso puede superar los problemas del mundo.

Ahora, no obstante, tropezamos con los hechos de las “crisis económicas” que están afligiendo al mundo. Esta situación, sufrida en comunidades de distintas circunstancias, no puede ser explicada por causas locales. Evidentemente, existe una causa común vinculada al mismo “progreso material,” pues, las “crisis económicas” no son sino intensificaciones de los síntomas negativos que se manifiestan y recrudecen a medida que el progreso material avanza. Si podemos encontrar un país donde el progreso material todavía esté en sus primeras fases y las oportunidades naturales todavía estén libremente abiertas, allí no encontraremos mendigos ni miseria; allí nadie es oprimido por el temor a la indigencia. Pero tan pronto como uno de estos países avanza hacia el progreso material, algunos individuos logran hacerse ricos, mientras para la creciente mayoría se les pone difícil apenas ganarse la vida. Es aparente que el enorme aumento del poder productivo de los últimos dos siglos no tiene ninguna tendencia a reducir la pobreza, sino se está aumentando la brecha entre los ricos y los pobres. Puede ser que los más pobres pueden disfrutar ahora de ciertos lujos que los más ricos no podían obtener antes, pero no se ha aumentado la capacidad de la mayoría de obtener las necesidades básicas de la vida. Las fuerzas del progreso, por tan elevadoras que sean en sí, no elevan la sociedad desde abajo hacia arriba, sino actúan como una inmensa cuña entremetida en medio de la sociedad, elevando la minoría hacia arriba y aplastando la mayoría hacia abajo. En el progreso de los países subdesarrollados, vemos fácilmente que el progreso material no sólo no alivia la pobreza, realmente la produce. Aun en los EEUU, el país ejemplar en los siglos XIX y XX, el promedio de la población en pobreza está aumentándose constantamente. Esta asociación de la pobreza con el progreso es el gran enigma de nuestros tiempos. Es el hecho central del cual surgen las dificultades económicas, sociales y políticas que tienen perplejo al mundo. Es el enigma que el destino plantea a nuestra civilización, al cual, si no le respondemos adecuadamente, nos destruirá.

Esta cuestión tan importante, de la tendencia del progreso a crear la extrema desigual distribución de la riqueza, aún no ha recibido un análisis que explica los hechos y señala un remedio claro. Prueban esto los diversos y fracasados intentos de explicar las recurrentes crisis industriales. Y mientras los expertos se contradicen, surgen ideas erróneas, como la de ser inevitable el conflicto entre el capital y el trabajo; o de ser necesario controlar el mercado y restringir el comercio; o de ser necesario privatizar los monopolios estatales de servicios básicos o, al contrario, de nacionalizar las grandes empresas privadas; o de ser un deber del gobierno proporcionar capital y trabajo. La confusión que causa esta situación peligrosa no puede ser corregida hasta que la economía política dé a este gran enigma una respuesta conforme con todos los hechos. La economía política es la explicación científica que procura hallar la causa y el efecto de los hechos. Como ciencia, sus conclusiones deben ser deducidas de premisas indiscutibles. Estas premisas pueden reducirse a una expresión análoga a la ley física de que el movimiento busca la línea de menor resistencia. Esta es: “El hombre siempre procura satisfacer sus deseos con el mínimo esfuerzo.” Partiendo de esta base asegurada, podemos comprobar nuestras teorías de economía política al comparar las sociedades en que existen distintas condiciones; o bien por la deducción, separando, combinando, sumando o eliminando los factores de conocida tendencia. Aplicaremos estos métodos para descubrir cuales leyes vinculan la pobreza con el progreso, y la mayor escasez con la mayor abundancia. Veremos que las mismas leyes también deben explicar los recurrentes ciclos de las crisis industriales que tanto confunden a los expertos. Nuestra investigación debe rendir una conclusión que es cierta ante toda prueba, y debe correlacionarse con cada otra verdad.

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Libro I - Salario y Capital

  1. [En el curso CE, repasamos Capítulo 2 antes de Capítulos 1-5]  Para evitar ambigüedad e indeterminación de razonamiento, aclaramos el significado exacto de los términos que empleamos en nuestro análisis (Riqueza, Producción, Tierra, Trabajo, Capital, Distribución Funcional, Renta, Salario, Interés, Oferta, Demanda, División del Trabajo, Medio de Cambio, PIB, Micro, Macro, etc.).
    Argumento completo del libro P&M y el Curso CE

Capítulo 2: Definición de los Términos

En el razonamiento económico, es indispensable que se dé a ciertas palabras un sentido mucho más definido que del uso popular, para evitar la ambigüedad y la equivocación. Desafortunadamente, diferentes autores suelen dar significados distintos a un mismo término, y a menudo un solo autor emplea la misma palabra con sentidos diferentes. Para evitar estos errores, cuando un término tiene especial importancia, estableceremos claramente su significado.

En el lenguaje común, “salario” significa la recompensa pagada a una persona contratada por sus servicios. Pero en economía política la palabra “salario” tiene un significado mucho más amplio: incluye toda recompensa por el esfuerzo humano productivo. Los tres agentes o factores de la producción son: tierra, trabajo y capital; y la parte del producto que va al trabajo, la llamamos “salario.”

El sentido político-económico del término “salario” no cambia según la clase de trabajo, ni tampoco importa que se lo reciba de un patrono o no; simplemente significa la recompensa recibida por el esfuerzo del trabajo, la cual es distinta de las recompensas recibidas por el uso de capital o de tierra.

El salario del cazador son los animales que atrapa; el salario del pescador, los pescados que coge. En resumen, todo lo recibido como resultado o recompensa del esfuerzo en la producción de la riqueza es propiamente “salario.”

Más difícil es quitar al concepto de “capital” las ambigüedades que lo obscurecen. En el lenguaje común, toda clase de cosa que tiene un valor o que rinde un ingreso es vagamente llamada “capital,” y los economistas discrepan tanto entre sí que apenas se puede decir que este término tenga un significado fijo.

La dificultad que surge de las variaciones de la definición y el uso del término “capital” es que los economistas suelen asignarle una definición específica para montar la premisa de su argumento, pero cuando llegan a sus conclusiones, lo usan con el otro sentido más general y comúnmente comprendido lo cual es: riqueza dedicada a la producción de más riqueza. El capital de una colectividad es la suma de la riqueza individual de cada uno, con la cual esperan procurar más riqueza.

Las dificultades que impiden el uso de la palabra “capital” como término exacto surgen de dos hechos. Primero, existen ciertas cosas, las cuales, para el individuo, son equivalentes a la posesión del capital pero realmente no son parte del capital de la colectividad. Segundo, las mismas cosas pueden o no pueden ser capital, dependiendo del uso al cual estén aplicados.

Tierra, trabajo, y capital son los tres factores de la producción. “Capital” es un término empleado para distinguir su significado de los de “tierra” y “trabajo.” Ninguna cosa correctamente incluida en las definiciones de “tierra” y “trabajo” puede ser clasificada correctamente como “capital.” El término “tierra” significa el conjunto del universo material distinto del hombre mismo. Ninguna cosa que la naturaleza proporcione libremente puede ser clasificada correctamente como “capital.” Pueden dar a su dueño ventajas equivalentes a la posesión de capital; Los poderes humanos, sean naturales o adquiridos, nunca pueden ser clasificados correctamente como “capital.” “Capital humano” es obviamente metafórica.

Sólo quedan las cosas que no son ni tierra ni trabajo, pero que sí resultan de la unión de estos dos factores originarios de la producción. Nada puede ser capital que no sea riqueza.

Son las ambigüedades en el uso del término “riqueza” que producen muchas de las ambigüedades que adhieren al término “capital.”

Muchas cosas consideradas riqueza no son riqueza en sí porque su aumento o disminución no afecta la cantidad total de la riqueza en existencia. Tales son acciones y obligaciones, hipotecas, pagarés, billetes de banco, y otros contratos que regulan transferencias de riqueza. Tales son propiedades de tierras y de otras oportunidades naturales. Todo esto es riqueza relativa. Puede ser totalmente aniquilada en un instante por decretos de ley Solamente pueden ser “riqueza” aquellas cosas cuya producción aumenta el conjunto de riqueza, o cuya destrucción lo disminuye.

Cuando decimos que una colectividad aumenta su riqueza, queremos decir que en esa comunidad hubo un aumento de edificios, herramientas, maquinaria, productos agrícolas, ganado, barcos, muebles, etc. cuyo valor depende de la suma de trabajo promedio que se necesitaría para producir cosas de la misma clase.

El término “riqueza,” como empleado en economía política, consiste en las materias naturales que han sido recogidas, transportadas, combinadas, separadas, o de otro modo modificadas por el esfuerzo humano para la satisfacción de los deseos humanos. La riqueza es el resultado de lo que llamamos “trabajo productivo,” trabajo que da valor a las cosas materiales.

Como todo capital es riqueza dedicada a ciertos fines, nada puede ser considerada capital que no quede dentro del significado de riqueza. Pero, aunque todo capital es riqueza, no toda riqueza es capital. Capital es solamente una parte de la riqueza, aquella parte dedicada a ayudar a la producción. Al no reconocer esta segunda distinción, podemos caer en otros conceptos falsos.

La vaguedad de las definiciones corrientes de “capital” resultan porque imaginaron de antemano las funciones de capital y luego ajustaron sus definiciones para incluir toda clase de cosas que hacen esas funciones. Adoptando el orden natural, determinaremos lo que “capital” es antes de declarar lo que hace.

 Si mostráramos varios artículos de riqueza verdadera a una docena de personas inteligentes sería dudoso que no aceptaran la lista de clasificación de capital que Smith también proporciona, y que aquí resumimos:

  • Máquinas e instrumentos de cambio que ayudan o ahorran el trabajo;

  • Edificios usados para el comercio, como tiendas, almacenes, etc. (no viviendas);

  • Mejoras de tierras agrícolas;

  • Bienes en venta, de los cuales los productores y vendedores esperan recibir una ganancia;

  • Materiales crudas y artículos manufacturados, todavía en los manos de los productores o vendedores;

  • Artículos acabados, pero todavía en manos de los productores o vendedores.

Riqueza, mientras todavía está en el proceso de cambio, es “capital;” la misma riqueza, en manos de los últimos consumidores, ya no es capital. Por consiguiente, podemos definir el término “capital” como “riqueza en el proceso de cambio.” Con esta definición, podemos incluir todas las cosas que son propiamente capital, y eliminar todas aquellas cosas que no pertenecen.

Por ejemplo, el torno empleado para hacer artículos de comercio es capital, mientras aquello empleado para el hobby personal no lo es.

El término “producción” no sólo significa “fabricar las cosas,” sino también incluye el proceso de transportar, almacenar, mantener, y vender los productos a los consumidores.

El concepto económico de riqueza incluye la idea de la “cambiabilidad.” Esto significa que la posesión de una determinada cantidad de riqueza es, en potencial, la posesión de todos los tipos de riqueza que sería su equivalente por medio del cambio.

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  1. [En el curso CE, repasamos Capítulo 2 antes de Capítulos 1-5]  Primero, consideramos la primera de las dos doctrinas falsas tradicionalmente empleadas para explicar por qué los salarios se mantienen a un mínimo a pesar del aumento del poder productivo. Esta primera afirma que los salarios proceden del capital y que los trabajadores son mantenidos por el capital. Vemos que la verdad es todo lo contrario; que los salarios en realidad proceden del producto del trabajo por el cual son pagados, y que el Trabajo siempre crea su propio sustento. Vemos que una falta de capital no puede limitar la aplicación del trabajo; que la verdadera función del Capital es ayudar al Trabajo en la producción.
    Argumento completo del libro P&M y el Curso CE

 

Capítulo 1: Por qué las Teorías Tradicionales del Salario Son Incorrectas

La causa que origina la pobreza en medio del aumento de la riqueza es la misma causa que se manifiesta en la tendencia de los salarios hacia un mínimo. Entonces, planteemos nuestra indagación de esta manera: ¿Por qué, a pesar del aumento del poder productivo, los salarios tienden a un mínimo que sólo permite una mísera existencia?

La corriente teoría aceptada dice que los salarios dependen de la relación entre el número de trabajadores y la cantidad de capital dedicada al empleo del trabajo. Es decir: Salarios = Cantidad de Capital ¸ Número de Trabajadores. La teoría razona que los salarios siempre tienden al nivel más bajo que puedan aceptar los trabajadores, porque el aumento del número de trabajadores tiende naturalmente a sobrepasar todo aumento de capital.

Esta teoría no cabe con los hechos más aparentes. Pues, si los salarios dependen de la proporción entre el trabajo y el capital, entonces los salarios bajos, el indicador de muchos trabajadores, deben de ser acompañados por el alto interés, el indicador del escaso capital.

Pero, de hecho, es cierto todo lo contrario: es generalmente cierto que el interés es alto cuando los salarios son altos, y el interés es bajo cuando los salarios son bajos. En “tiempos buenos,” una alta demanda por el trabajo (que significa buenos salarios) siempre está acompañada por una alta demanda por el capital (con altas tasas de interés). Todos estos hechos sí señalan una relación entre los salarios y el interés, pero una relación de conjunción, no de oposición.

Entonces, ¿Cómo podría formularse tal teoría? No es una inducción de los hechos observados. es una deducción de una teoría previamente adoptada: la teoría de que los salarios proceden del capital. Es la madre de una larga serie de errores que dejan inválidas las conclusiones prácticas derivadas de ella.

La afirmación que trataremos de demostrar es: Que los salarios, en vez de proceder del capital, en realidad proceden del producto del trabajo por el cual son pagados.

La teoría de que los salarios proceden del capital también afirma que el capital recupera ese adelanto de la producción. Sobre el supuesto que los salarios salen del capital y no del producto del trabajo, se fundan la doctrina de que los salarios dependen de la proporción entre el capital y el trabajo; que se ha de acumular capital antes de emplear trabajo, y que no se puede emplear trabajo sino habiéndose acumulado capital; que todo aumento de capital crea o puede crear más empleo; que se puede emplear más trabajadores con salarios bajos que con salarios altos.

En suma, todas las enseñanzas de la economía política corriente se fundan en el supuesto de que el trabajo es mantenido a costa del capital existente, antes de obtenerse el producto final. Si se demuestra que esta suposición es falsa, y que, por el contrario, el pago del trabajo no reduce el capital, ni temporalmente, sino que sale directamente del producto del trabajo, entonces todas estas doctrinas quedan sin fundamento y probadas inválidas.

Debido a que los salarios generalmente son pagados en dinero, y en muchos casos, antes de que el producto final pueda ser disfrutado, se deduce que los salarios preceden del capital preexistente. De esto, se concluye con la proposición de que “no se puede emplear el trabajo hasta que se haya acumulado capital.”

Pero, afirman que el capital es trabajo acumulado, “aquella parte de la riqueza ahorrada para ayudar la producción del futuro.” Si sustituimos esta definición por la palabra “capital,” la proposición se refuta a sí misma. Pues, que “no se puede emplear el trabajo hasta que se hayan acumulado los resultados del trabajo” es evidentemente absurdo.

Dirán que la proposición simplemente se refiere a las sociedades más avanzadas. Pero, la verdad fundamental de todo razonamiento de la economía política es que la sociedad moderna más desarrollada no es sino una ampliación de la sociedad más primitiva. Si reducimos las complejas operaciones de la producción moderna a términos sencillos, vemos que cada individuo está ejerciendo sus facultades para obtener de la naturaleza la satisfacción de sus deseos.

Por ejemplo: en un estado sencillo, cada hombre busca su propio cebo y atrapa su propio pescado. Cuando la división del trabajo está más establecida, en vez de que cada uno intente satisfacer todas sus necesidades directamente, uno pesca, otro caza, y otros especializan en recoger fruta, o hacer herramientas, etc. Ahora, cada uno, a la medida que cambie el producto de su propio trabajo por los productos de los demás, está realmente aplicando su propio trabajo a la producción de todas las cosas que desea.

En todos los casos en que se cambia trabajo por mercancías, la producción es realmente anterior al disfrute. Los salarios son realmente las creaciones del trabajo, no los anticipos del capital. El trabajador que cobra su salario en dinero realmente cobra, a cambio de lo que su trabajo ha añadido al acopio total de riqueza. Ni el dinero, ni los artículos específicos que compra, son adelantos de capital; por el contrario, representan la riqueza que su trabajo ya ha añadido al acopio total.

El ingeniero en su oficina de la ciudad, en realidad está consagrando su trabajo a la producción de pan y carne tan ciertamente como si estuviera sembrando granos en el campo o tirando el lazo en las praderas.

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Capítulo 3: El Salario No Adelantado del Capital, Sino Producido por el Trabajo

Al afirmar que los salarios son adelantados del capital, estamos ignorando el significado económico del término “salario”. Pues, en todos aquellos casos en que el trabajador trabaja por cuenta propia, tomando su recompensa directamente del producto de su trabajo, es claro que los salarios no salen del capital, sino que resultan directamente del producto del trabajo.

Si trabajo un pedazo de cuero para producir un par de zapatos, los mismos zapatos son mi salario; Mientras trabajo, poco a poco agrego valor a mi capital. Cuando termino los zapatos, todavía tengo mi capital, más la diferencia de valor entre los materiales originales y los zapatos acabados. El valor adicional es mi salario. ¿En qué momento se ha restado algo del capital?

Al reconocer que el término “salario” incluye toda recompensa del trabajo, sea tomada directamente del producto del trabajo, o recibida de un empleador, queda evidente que la suposición de que los salarios proceden del capital es falsa.

Próximo en orden de sencillez es el caso en que el trabajador, aunque trabajando para alguien más o usando el capital de otro, recibe su salario en especie, es decir, de las mismas cosas producidas por su trabajo. Si empleamos algunos trabajadores para recoger naranjas y fabricar zapatos, y luego les pagamos con parte de las naranjas y de los zapatos producidos por su trabajo, no cabe duda de que la fuente de sus salarios son los mismos trabajos por los cuales fueron contratados.

El siguiente paso de lo sencillo a lo complejo es donde los salarios se calculan del producto del trabajo, pero se pagan con un valor equivalente de otra cosa. Por ejemplo, en los barcos pesqueros, se paga una proporción del botín; los pescados que atrapó la tripulación son su salario. Estos salarios no han sido sacados, ni prestados, ni adelantados del capital. Tampoco se altera este hecho cuando se le paga a cada uno con un equivalente de otros productos, o en dinero. Al mismo momento que el dueño del barco toma de su capital para pagar la tripulación, agrega a su capital los pescados.

Avancemos otro paso al método más usual de emplear y recompensar al trabajo. Por ejemplo, una empresa contrata unos trabajadores para recoger huevos. Les parece más conveniente pagar un salario predeterminado y fijo. Este dinero, ¿no representa simplemente el valor equivalente de parte de los huevos?

¿No es cierto que el fondo creado por el trabajo realmente es el fondo del cual se pagan los salarios? El promedio del trabajo realizado en cambio de un salario fijo tiene que producir más que la cantidad del salario pagado.

La producción es siempre la madre de los salarios. Del producto del trabajo, no de los anticipos del capital, provienen los salarios. El trabajo siempre precede los salarios. Los salarios que un empleador paga a un empleado siempre implican la previa aportación del trabajo del empleado en beneficio del empleador.

Muchas deducciones importantes se fundamentan en la proposición opuesta de que el salario proviene del capital. El origen de este error surge de la afirmación engañosa de que los trabajadores no pueden ejercer sus facultades sin que el capital le abastezca anteriormente. La falsedad de este razonamiento estriba en emplear el término capital en dos sentidos diferentes en el mismo argumento.

La conclusión de que no pueden trabajar más obreros que aquellos que reciban sus desayunos y vestimentas de sus empleadores, es igual que decir que un obrero no puede ir a trabajar sin su desayuno y ropa. De todos los trabajadores del mundo, es probable que no haya ni uno que no podría ser empleado sin previo pago de su salario.

El desembolso de capital para pagar salarios presupone la producción de capital por el mismo trabajo que recibirá los salarios. Una prueba de hecho. Consideremos un manufacturero dedicado a convertir materias primas en productos acabados. Después del trabajo de la semana y del pago de los salarios, tomamos inventario de nuevo. Si el negocio es rentable, como el promedio ha de ser, se puede calcular un aumento neto del valor de su capital. El valor que pagó en salarios a sus obreros salió completamente del valor creado por el trabajo mismo.

Esta situación del trabajador es semejante a la de los depositantes de un banco. Al retirar lo que previamente han depositado, los depositantes no disminuyen el capital del banco. Asimismo, los bancos no entregan a los depositantes los mismos billetes o monedas que físicamente depositaron, sino se los entregan en una forma de valor equivalente. Tanto como decimos que el banco regresa a los depositantes el dinero que estos depositaron, también estamos justificados en decir que los trabajadores reciben sus salarios con la riqueza que ellos produjeron con su trabajo.

Que esta verdad universal queda tan oculta se debe a la tendencia común de confundir riqueza con dinero. Como el empleador que paga salarios con dinero puede tener dificultades en convertir prontamente sus productos en dinero de nuevo, entonces, se dice que ha “avanzado” su capital para pagar los salarios. Pero, el valor de capital que tenía antes en dinero, ahora lo tiene en mercancías. Su capital ha cambiado en forma, pero no ha disminuido en valor.

Pero existen casos en que el proceso de producción puede requerir meses o años sin que los dueños inversionistas perciban ninguna recompensa resultado de un producto final, pero durante lo cual los salarios deben pagarse cada semana. Tales casos son presentados como ejemplos de que los salarios provienen del capital y que, sin avances de capital, tales obras no pueden ejecutarse.

En la agricultura, la construcción de edificios, barcos, ferrocarriles, etc., estos ejemplos, en que se pagan salarios antes de que el producto final esté completado, no son excepciones.

Digamos que voy a un corredor para cambiar plata por oro. Ya que recibió la plata antes de pagar con el oro, no avanzó, ni por un instante, ningún capital. La operación del corredor es exactamente análoga a los procesos productivos de larga duración. El empleador simplemente cambia capital de una forma por capital de otra forma. Por tan largo que sea la duración del proceso productivo, el trabajo siempre agrega mayor valor al conjunto del capital antes de que tome una parte del capital como su salario. La creación de valor es continua, y se realiza con cada aplicación del trabajo.

Vemos esto claramente donde diferentes trabajadores realizan fases distintos de un solo proceso de producción. Un edificio, un libro, o un pan no son producidos en una sola operación. El pan del panadero tiene cierto valor; este valor se compone, en parte, del valor de la harina; la harina, a su turno, se compone del valor del trigo más el valor agregado del molino. En cada fase de producción, es claro que existe un aumento de valor, un incremento al capital.

Puede costar años para construir un barco, pero el valor total del barco está parcialmente creado día por día, hora por hora, desde el inicio del proceso. No se disminuye ningún capital al pagar salarios antes del fin de la construcción, porque el valor del barco parcialmente construido siempre es mayor que el capital que los trabajadores reciben en salarios.

En la agricultura, también es evidente que no se crea valor en un solo momento, sino paso a paso, durante todo el proceso de producción, pues, un campo labrado vale más que uno en monte; y un campo sembrado vale más que uno solamente labrado. Ya que el trabajo se presta antes de que se paguen los salarios, el avance de capital realmente procede de los trabajadores, no de los dueños del capital.

Pero, tal vez protestarán, “¡Seguramente en los casos que hemos considerado, el capital es necesario para la producción!” Claro que sí. Pero capital no es necesario para hacer avances al trabajo. Es necesario para otro propósito bien distinto.

Si decidimos esperar para acumular una mayor cantidad total de madera para obtener mejores términos de cambio, sí necesitamos algún capital de antemano para pagar los salarios. Pero aun así, no necesitamos capital preexistente si podemos arreglar un cambio parcial o tentativo, prestando dinero sobre el valor de la madera. Nuestra necesidad de capital es para acumular más madera, no para pagar los salarios.

Lo mismo se puede ver en algo más sofisticado como la excavación de un túnel en una montaña. Los trabajadores pudiesen recibir su pago en acciones de la empresa. Solamente es porque los accionistas quieren acumular capital en la forma del túnel, que necesitan capital de antemano para pagar salarios.

Y así, los empleadores nunca necesitan capital preexistente para pagar los salarios del trabajo. Solamente requieren capital de antemano cuando desean acumular los productos de la producción, o cuando quieren venderlos a crédito. Lo necesitan como comerciantes o especuladores en los productos del trabajo.

Para recapitular: En la realización de su labor, el trabajador está produciendo su salario. Está avanzando capital a su empleador, pero en ningún momento, salvo en casos especiales y temporales, avanza el empleador capital al trabajador.

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Capítulo 4: Los Trabajadores No Son Mantenidos por El Capital

¿No habremos olvidado que “los trabajadores no viven de lo que su trabajo produce, sino se mantienen del capital que el trabajo ha producido antes?” La suposición detrás de estas frases, que el trabajo es mantenido por el capital.

Estas proposiciones son absurdas porque dependen del supuesto de que no se puede ejercer el trabajo hasta que los productos del trabajo hayan sido acumulados de antemano, así poniendo el producto antes del productor. Pues, decir que los trabajadores deben comer sus desayunos antes de ir a trabajar no significa que no pueden trabajar sin que un empleador les proporcione su desayuno.

La proposición es que: antes de ejercer cualquier trabajo que no produce riqueza inmediatamente disponible para la subsistencia, debe existir un acopio de subsistencias capaz de mantener los trabajadores durante dicho trabajo.

Supongamos que un centenar de hombres sin ningún acopio de provisiones desembarca en un país “nuevo.” ¿Necesitarán acumular provisiones para toda una temporada antes de emprender el cultivo y la construcción? De ninguna manera. Para producir riqueza que no se puede usar inmediatamente, no es necesario que exista una producción previa de riqueza para mantener a los trabajadores durante el proceso de producción. Basta que haya, dentro del círculo de cambio, una producción corriente de suficientes subsistencias, y la voluntad de cambiar estas subsistencias por la riqueza que todavía está en proceso de producción.

El consumo es mantenido por la producción cotidiana? Sobre la mesa de un ocioso heredero no hay absolutamente nada de su sustento que no haya sido producido recientemente. El dinero de la herencia es un medio que le da el poder de disfrutar de riqueza producida en el presente. La ciudad más grande y más moderna del mundo, si por alguna razón cesara por completo el trabajo productivo que mantenía esa ciudad, dentro de algunas horas empezarían a morir parte de la población.

Para levantar una obra pública que requiere años para completar, la subsistencia de los trabajadores dedicados a esfuerzos productivos de largo plazo es proporcionada por otros trabajadores que simultáneamente producen las subsistencias de cada día.

Si pudiéramos rastrear la red de cambios por lo cual la construcción de una gran turbina procura al mecánico su comida, ropa, etc., hallaríamos que la transacción realmente equivale a un cambio de trabajo entre el mecánico y estos otros productores. Por ayudar en la producción de las cosas que los demás desean, él está dirigiendo el trabajo de los demás a la producción de las cosas que él desea; en efecto, él mismo está produciéndolas. Si hago zapatos, y con mi salario compro pan, al agregar zapatos a las existencias de riqueza y retirar pan, he dirigido otro trabajo, al fin de una larga cadena de cambios, a producir más pan.

Aunque las cosechas tardan meses en madurar, el agricultor que sigue al arado está virtualmente produciendo el salario que cobra en esa semana, y la comida que come en ese día.

Una falta de capital no impide que el dueño de una tierra que promete una cosecha demandada contrate trabajadores desempleados. El mismo dueño puede obtener crédito afianzado con la futura cosecha.

Las series de cambios que unen producción y consumo pueden compararse a un tubo encorvado en la forma de una “U” y lleno de agua. Aquellos que producen la riqueza agregan lo que retiran; lo que reciben en salario y subsistencia es el producto de su trabajo.

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Capítulo 5: Las Verdaderas Funciones del Capital

Capital, entonces, aumenta el poder productivo del trabajo por tres maneras: 1) Permite que el trabajo se aplique de un modo más eficaz; por ejemplo, al arrancar almejas con un palo, en vez de hacerlo sólo con la mano. 2) Permite que el trabajo se aproveche de las fuerzas reproductoras de la naturaleza; por ejemplo, al obtener grano sembrándolo, o animales criándolos. 3) Permite la división y la especialización del trabajo, la utilización de aptitudes especiales; y aprovechando ventajas de suelo, clima, y situación.

La falta de capital no limita la aplicación productiva del trabajo, pues su único límite es una falta de acceso a los materiales naturales. Pero la falta de capital sí puede limitar la forma de la producción al limitar el uso de herramientas e impedir la división del trabajo. La falta de herramientas modernas también ha de limitar en gran escala la productividad del trabajo.

Pero decir que la forma y la cantidad del capital existente pueden limitar la forma y la productividad del trabajo es muy diferente que decir que la forma y la cantidad del capital limita la oportunidad o la capacidad de los trabajadores a trabajar.

Además, decir que una falta de capital existente puede limitar la forma y la productividad del trabajo es diferente que afirmar que realmente lo hace. La limitación real, ¿no se encuentra más en el abuso del poder gubernamental, la inseguridad de la propiedad, y la ignorancia y el prejuicio de la población, condiciones que hasta impiden el uso y el mantenimiento del capital que ya tienen?

Puede haber individuos dentro de una comunidad quienes no pueden aplicar su trabajo tan eficientemente como les gustaría porque les falta capital, pero mientras haya suficiente capital en la comunidad en conjunto, la limitación real no es una falta del capital, sino la inapropiada distribución de ello. Bajo estas condiciones, aun el capital donado y aceptado con las mejores de intenciones muchas veces no puede ser aprovechado productivamente.

Una computadora a un campesino o semillas y herramientas a unos indígenas que viven de la caza, si se les regalara todo el capital de una gran ciudad, ya no sería capital en sus manos. A un caudillo indígena de Nueva Zelandia, le regalaron un buen surtido de herramientas y semillas. Cambió todo el capital que le regalaron por armas y municiones.

Generalmente, la preferencia por métodos productivos más sencillos de comunidades nuevas y de escasa población no resulta tanto de una falta de capital, sino de la incapacidad de emplear capital más sofisticado rentablemente en esa fase de su desarrollo.

Es claro que la pobreza en medio del progreso no procede de una falta de capital. De hecho, los salarios son lo más bajos donde el capital es lo más abundante.

Finalmente, llegamos a ver que el capital no adelanta los salarios ni sustenta a los trabajadores, sino que su función es ayudar al trabajo en la producción con herramientas, semillas, etc., y con la riqueza necesaria para efectuar cambios.

 Entonces todas las corrientes teorías sobre la relación entre el trabajo y el capital son inválidas. Así, debemos desechar todos los remedios basados en teorías que proponen aliviar la pobreza por aumentar el capital o por restringir el número o la producción de los trabajadores.

En igualdad de circunstancias, cuantos más trabajadores haya, tantos mayores deben ser los salarios, en conjunto y per cápita.

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